Para conocer los orígenes de la domesticación del gato, parece obvio que se debe recurrir a los restos paleontológicos, pero resulta que, como los esqueletos de los felinos salvajes y los domésticos tienen grandes similitudes, no resulta tan fácil discernir cuál es cuál y diferenciar a unos de otros.En 1983, en unas excavaciones que se realizaron en la isla de Chipre, los arqueólogos encontraron una mandíbula que perteneció a un gato y que tenía nada menos que 8.000 años. Los científicos suponen que este animal debía ser doméstico, puesto que habría llegado en barco y no creen probable que los antiguos navegantes se tomaran la molestia de llevar a un felino salvaje, con los riesgos que ello conllevaba.