Los graves desmanes producidos en la legislatura jujeña generados por un minúsculo de violentos minutos después de la jura de la nueva Constitución ponen en evidencia el accionar de los más sucio de la política argentina.
Destruir autos, oficinas públicas y la casa de una los tres poderes de nuestro sistema democrático no es legítimo, es simple y llanamente un delito, uno de los peores. Mentir con el objetivo de ganar una pulseada política contra un candidato a presidente (Gerardo Morales) es de un egoísmo macabro.
Una vez más “los violentos de siempre” encolumnados en la rancia militancia de la izquierda argentina impusieron sus artilugios para imponer la desinformación y arriar a desprevenidos e ingenuos.
Lo que paso hoy en la provincia fue la muestra cabal de que para algunos sigue siendo negocio ver enfrentarse jujeños contra jujeños, que quieren ensanchar la detestable “grieta”, y meter en ella hasta la prensa, que también estuvo en peligro en medio de una verdadera batalla campal. Los inocentes, siguen siendo, señora, señor, los que estamos, hablando mal y pronto “en medio del sándwich”, desprotegidos a merced del egoísmo de los repudiables y vomitivos “violentos de siempre”.